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jueves, 20 de septiembre de 2012

¿Y LA JUSTICIA DONDE ESTÁ? CRUCIFICADA EN LOS ALTARES DEL CAPITAL



 ¿Y LA JUSTICIA DONDE ESTÁ? CRUCIFICADA EN LOS ALTARES DEL CAPITAL


España: un Estado de derecho, un estado democrático, un paradigma de libertad y bienestar… ¡una falacia mayor que los leones del congreso!
A España, como democracia, se le supone una justicia independiente, clara y eficaz… se le supone claro.

Caso del accidente en el aeropuerto de Madrid-Barajas: 154 víctimas mortales, conmoción en la sociedad española, una investigación rigurosa y eficaz, multitud de manifestaciones y actos públicos para conmemorar a las víctimas, promesas de mayor seguridad y reformas en materia aérea a través de un mayor control de los mecanismos de vuelo y las compañías… ¡otra falacia igual de grande que un Boeing 747!
Después de cuatro años, después de acusarse mutuamente los partidos políticos y pedirse responsabilidades, después  de una investigación, de un juicio y de golpes en el pecho de los diferentes ministros en pos de aclarar todo el asunto, se exonera de cualquier responsabilidad a los mecánicos de la compañía aérea y se le echa la culpa a los pilotos, aún a sabiendas de que existen dudas más que razonables de que fue más un fallo mecánico que de actuación de los pilotos y resto de la tripulación.
Nos encontramos aquí, de nuevo, ante una nefasta actuación de la Justicia española, que cuenta con tantos casos en su haber que ya pierde uno la cuenta. Sin embargo, sorprende que se archive el caso aún con este tipo de dudas razonables, sorprende que se culpe a los pilotos solamente (los cuáles fallecieron) y se absuelva a los mecánicos, y por ende a la compañía aérea. ¿De qué compañía aérea hablamos? Spanair, la mayor compañía aérea española junto con Iberia, o dicho de otra manera, una compañía que genera unos ingresos muy importantes y por tanto que pertenece al poder fáctico español: Don dinero. ¡Qué diferente hubiese, sido si la compañía implicada hubiera sido Ryanair!

Atendemos, una vez más,  a la manipulación de la justicia a manos de los perros del capital, de un gobierno títere que vela por los intereses de las grandes economías, amparadas por un movimiento político enmascarado que define Julio Anguita a la perfección: no diga la Transición, diga la Transacción, gracias a la cual el poder económico pasó a ser el ventrílocuo de la escena política española, los partidos mayoritarios su muñeco ajado, y los españoles la masa indolente que aplaude ante tal esperpéntico espectáculo.

Por una justicia independiente, por un gobierno del pueblo y para el pueblo, y por una economía justa y racional, ¡organicémonos y luchemos por lo que es nuestro!